Perdonen si soy demasiado clara o demasiado directa, pero lo diré sin tapujos: tiendo a desconfiar de alguien en el momento en que esa persona me dice que es bilingüe. No es por nada en especial y en la mayoría de los casos resulta que realmente lo son, pero es que sigo creyendo que hay algo en este adjetivo que no termina de quedar claro.
La definición de la Real Academia Española no es tan clara como podríamos imaginar. Bilingüe se define como una persona «que habla dos lenguas», lo cual es cierto pero ambiguo. A menudo surgen preguntas como ¿para ser bilingüe tienes que haber tenido padres que te hayan educado cada uno en su lengua materna? ¿un bilingüe nace o se hace?
La mayoría de las personas que se consideran o que son consideradas bilingües han sido criadas en un hogar donde padre y madre tenían distinta lengua materna y que, por tanto, han enseñado a sus hijos las dos lenguas. Por el contrario, existen otros hogares que están en la misma situación pero que han decidido enseñar una sola lengua a su hijo, normalmente la del país en el que esté establecida la familia. Es por todo ello por lo que muchos se preguntan si una persona puede convertirse en bilingüe pasada la edad infantil. Por ejemplo, hay personas que llevan muchos años viviendo en un país que no es el suyo y que han terminado por hablar a la perfección el idioma hablado en ese país.
Olvidándonos de todas estas suposiciones y creencias, me gustaría enseñarles un vídeo muy interesante que he encontrado hoy y que aborda algunos de los temas que acabo de comentar.
En este vídeo Matthew Perret, intérprete, explica las dificultades y ventajas de la interpretación inversa y comenta que existe una diferencia entre «tener una segunda lengua A» desde y hacia la que podemos trabajar de forma activa y «ser bilingüe», Matthew Perret continúa su argumento afirmando que para tener esta segunda lengua A «no necesitas haber crecido hablando dos idiomas». Sorprendentemente, Perret concluye esta parte del vídeo diciendo que «existen personas que han crecido hablando dos idiomas pero que no son capaces de interpretar entre ellas porque no tienen el resto de habilidades necesarias […]».
En definitiva, creo que muchas veces tendemos a sobrevalorar lo que significa ser bilingüe para la profesión de traductor o intérprete, sin embargo, puede ser una clara ventaja lingüística para alguien que tenga el resto de habilidades que requieren estas dos profesiones. En todo caso, seas bilingüe o no, creo que nunca debemos descuidar nuestras lenguas de trabajo y que esta maravillosa suerte de trabajar con lenguas no te permite nunca bajar la guardia.
¡Muchas gracias por leerme y hasta la próxima entrada!
Con respecto a la cultura, siempre me he preguntado qué hacer cuando se interpreta hacia la lengua B. Como bien se dice en el vídeo, vivir en el país de nuestra lengua B es importante para adquirir conocimientos culturales, pero, por ejemplo, un intérprete que ha vivido en Argentina y va a interpretar en un contexto de español de España, ¿cómo lo haría, si solamente tiene conocimientos culturales de otro país del mismo habla?
Como futura traductora/intérprete, no me importaría vivir en todos los países en los que se habla mi lengua B 😛
¡Hola Alba :)!
Estoy de acuerdo contigo en que vivir en todos los países donde se habla mi lengua B sería un sueño. Pero está claro que en un contexto como el del español o el inglés, las variaciones culturales se hacen muy evidentes debido a la cantidad de países en los que se habla. Del mismo modo que ocurre con la lengua A, un intérprete debe conocer sus campos de competencia en su lengua B. Por ejemplo, a mí no se me ocurriría lanzarme a interpretar una conferencia en inglés que se desarrollase, pongamos, en la India, donde el inglés se usa como lengua vehicular y cuyos hablantes tienen características que no domino por falta de experiencia en esa cultura angloparlante. Supongo que lo mismo se aplica a tu caso de España/Argentina. Eso sí, te reconozco que irme a vivir a la India no estaría nada mal.
Saludos y gracias por tu comentario 😀